Usted nos envía sus fotos con las caras en 2D. Nosotros le devolvemos un retrato en 3D con la imagen en relieve. La conversión no ocurre por arte de magia, sino gracias al laborioso trabajo de un artista digital que modela su cara en un programa de modelado tridimensional para transferirla posteriormente al cristal. Lo hace a partir de una única foto. Una fotografía cualquiera como las que usted toma habitualmente con su cámara de fotos (el artista se encarga de estimar el perfil de su cara).

Lógicamente, este trabajo de modelado tiene un coste y debe hacerse con cada una de las caras que va a aparecer en el cristal en tres dimensiones. Sin embargo, gracias a nuestra especialización en este tipo de producto, el coste que le cobramos por este trabajo resulta ridículo comparado con lo que le costaría si encargase ese mismo trabajo a cualquier
empresa de diseño en 3D (a pesar de que a usted puede que no se lo parezca).